jueves, 2 de enero de 2014

Bienvenida

El siglo XXI se manifiesta con el rostro de un nuevo paradigma de sociedad. Idiosincrasias, usos, costumbres y hasta diversas tradiciones viven en un constante proceso de transformación evolutiva e irreversible; un proceso que sin embargo, representa un lucha diaria del hombre moderno por la búsqueda de una identidad propia, que le devuelva como un individuo en medio de una sociedad plenamente masificada.

El constante avance tecnológico faculta a las masas de información, conocimientos, mensajes, datos, ideas, intercambio cultural, científico; en una sinergia de modos, formas, cantidades y tiempos a escalas sin precedentes. De tal magnitud que la misma velocidad de estos avances ha quebrado la contemporaneidad, creando entornos de incertidumbre.

Por tanto, el nuevo siglo también se caracteriza por mantener inmersas a las organizaciones en un continuo proceso de anticipación, reacción in fraganti, adaptación y respuesta a un medio ambiente cambiante, ondulante, complejo e inquieto. Tal mecánica se ha vuelto indispensable por lo menos para garantizar un mínimo de condiciones para la supervivencia: Se requiere más en menos tiempo.

El volumen de información aunado al vertiginoso tiempo para su digestión, han creado nuevas sociedades enlatadas, sumergidas en la cultura desechable; menos pacientes, hambrientas de nuevas tecnologías y de "fast foods and quick services" aún más rápidos, siendo únicamente constantes en no detenerse, en seguir la inercia de sus movimientos.

La capacidad de asombro "indefectiblemente" humana se está perdiendo y como consecuencia las sociedades modernas se han consumido así mismas, el mundo entero se ha empequeñecido, ahora es posible compartir una idea de una latitud a otra, en solo segundos. Tal como se hacía hace muchos siglos cuando la información se compartía rápidamente en toda una tribu cavernícola.

Tal proceso, sin embargo, ha creado un fenómeno en la comunicación de las relaciones humanas,  reduciéndolas de forma paulatina -y casi exclusiva- a la comunicación virtual. Nuevamente observamos a ese individuo, sin sincronía con su ritmo vital natural, en esa falta de interioridad y montado en el engranaje de la celeridad actual, transformarse en un hombre masificado.

Definimos masa como la cantidad de materia que posee un objeto, aquello que solo vale por su peso y nada más. Y así podemos decir que, en el campo social, la masa se da cuando en un grupo más o menos numeroso de personas se agolpan en base a idénticos sentimientos, deseos, actitudes, perdiendo, en razón de aquella vinculación, su personalidad en mayor o menor grado, convirtiéndose en un conglomerado de individuos uniformes e indistintos, que al hacerse bloque no se multiplican sino que se adicionan.

Tal parecería ser la peculiaridad principal del hombre-masa: la despersonalización.

Así es como nace la idea de crear este blog, de un espacio para reflexionar, jugar con la imaginación, de detenerse un momento para respirar, de compartir ideas y emociones, de búsqueda interior, de recuperar la identidad, y -de volver a ser un "ser humano"-, usando las herramientas que nos proponen las dinámicas de este nuevo siglo.

Les agradezco que me sigan en esta aventura en la que espero darles ese breve respiro en medio del trajín del día al día, con un blog semanal o quizá hasta más dependiendo de la generosidad de la fuerza inspiradora.

Un abrazo para todos.

Alejandro Bautista López

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